9 de mayo de 2015

Capitanes intrépidos

Capitán, de Agustín Mendilaharzu y Walter Jakob
CAPITANES INTRÉPIDOS



The ship is anchor’d safe and sound, its voyage closed and done,
From fearful trip the victor ship comes in with object won
Walt Whitman,  O Captain! My Captain!

Nicolás Molinari debe ser uno de los tipos que más saben de teatro en el país. Es un tipo que escribe y dirige ficciones, artificios que sobre el escenario cobran verosimilitud porque los espectadores somos párvulos crédulos sentados en la butaca. Ha hecho puestas señeras, modificadoras de la perspectiva de muchos otros hacedores y formadoras del criterio en las nuevas generaciones. Pero un día colgó los botines
-Nunca me fui, carajo.
y se dedicó a la enseñanza, a observar el trabajo de los otros, a cobrar fuerzas y ánimos para nuevos proyectos. Y un día lo decide, una década después, tantos años más tarde: quiere contar otra vez una historia, presentarle al público su mirada sobre las cosas ajena a las nuevas tendencias, tendencias que por eso mismo son tendenciosas y huelen a pizza en el pelo, tendencias que se olvidan de lo más importante que es
¿Qué es lo más importante? O mejor dicho, qué es importante. ¿El teatro es importante? ¿El control de los procedimientos es importante? ¿Los libros son importantes? ¿Las entrevistas son importantes? ¿El éxito es importante? ¿La gente es importante? A todo eso Nicolás Molinari podría decir que sí pero es evidente que lo importante, como el deseo, siempre pasa por otro lado. El tema es que él sabe perfectamente que el tiempo ya no dura tanto como duraba antes, y que volver al escenario
-¡Pero si serás imbécil! ¡Yo nunca dejé de trabajar!
Es la gloria del amor, diría una canción que grabó Benny Goodman en 1936. A lo mejor eso es lo importante, y nadie se da cuenta tan fácilmente. Sí es importante esta pieza compleja y de apariencia leve. Sí es profunda esta pieza cuya resolución escénica es tan sencilla. Sí es importante que los personajes de esta pieza (los que están y también los que no vemos) maduren a medida que avanza la acción. Sí es importante que las verdades que expresa no se transformen en arengas. Sí es importante que desaparezca el teatro mientras uno la mira, comienza a observarla y se deje llevar por la contemplación final. Eso, que desaparezca el teatro, que el teatro sea parte de la experiencia personal de cada uno. Eso es lo que hace importante al trabajo que desde hace muchos años emprendieron juntos Agustín Mendilaharzu y Walter Jakob. CAPITÁN, la obra a la que nos referimos en esta oportunidad y en opinión de quien escribe, es la obra que los confirma como referentes esenciales en el teatro de esta época. Con pocas líneas, con algunos trazos, con apenas la semblanza de los caracteres, les alcanza a Mendilaharzu y Jakob para describir la honda incertidumbre de ser argentinos. Por eso CAPITÁN se transforma, después de la función, en una experiencia ineludible. CAPITÁN tiene una estructura dramática tan sólida como la de los grandes clásicos del teatro o la literatura (¿es muy osado pensar que Rudyard Kipling o J. B. Priestley tienen algo que ver con esta aventura?) y esto, lejos de ser una crítica o de parecer rancia mordacidad, es su mayor fortaleza. Pocos espectáculos actualmente presentan un cuento tan bien contado, un cuento que no es un mero enunciado de posibilidades o expectativas y que no descansa en el anecdotario para las veladas gloriosas o para la entrevista radial, así se cuelgue de una página en internet y el mundo entero lo escuche. CAPITÁN es el fruto de creer en una forma de trabajo y en la constancia para llevarla adelante así avance la tormenta en el horizonte y la quilla de la nave se estremezca. De eso puede dar cuenta la tarea de José María Marcos, marinero indispensable de esta travesía. CAPITÁN sin él a lo mejor iría a la deriva, como si en Interferencias Nicolás Molinari lo contratara a Papazian para el personaje de Silvestre. La labor de Marcos podría decirse que es consagratoria, pero tras los años vividos eso ya no es lo importante. Eso siempre es lo menos importante. Lo importante, si hay algo que sea importante para el común de la gente, es que el barco del destino supere los escollos y siempre llegue a puerto aún en las más tremendas travesías. Y en ese sentido el teatro es también un continente nuevo a descubrir en cada viaje. 

CAPITÁN, escrita y dirigida por Agustín Mendilaharzu y Walter Jakob. Producción: Rocío Pérez Silva, Maxime Seugé, Jonathan Zak. Escenografía: Ariel Vaccaro. Iluminación: Eduardo Pérez Winter. Vestuario: María Emilia Tambutti. Música: Gabriel Chwojnik. Sonido: Rodrigo Sánchez Mariño. Asistente de Dirección: Matías Labadens. Intérpretes: José María Marcos, Laura Lértora, Hernán Grinstein, Magui Grondona, Melisa Hermida. Viernes 23.30, Sábado 20.30. Timbre 4, México 3554. Reservas: timbre4@timbre4.com

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