13 de agosto de 2009

Puro teatro

Había previsto escribir un poco menos pero me salió una entrada kilométrica. Hay que ponerse al día. ¡Vamos por más!
Y una recomendación para los lunes 17 y 24 a las 20 hs.: en el teatro La Comedia (Rodríguez Peña 1062, con localidades a $ 15) se está llevando adelante el Primer Ciclo de Teatro Semimontado Uruguayo, en el que se ofrecen las piezas EL AGUA Y EL ACEITE, de Ricardo Prieto, y EL ESTADO DEL ALMA, de Alvaro Ahunchaín, ambas con la dirección de Gerardo Begérez y con elenco de actores uruguayos. Les comentaré al respecto en la entrada de la semana próxima.

LAS AMARGAS LÁGRIMAS DE PETRA VON KANT

LAS AMARGAS LÁGRIMAS DE PETRA VON KANT, de Rainer Werner Fassbinder. Dirigida por Sergio Grimblat. Producida por Cecilia Bassano y Sergio Grimblat. Diseño de Iluminción: Julio López. Diseño de Escenografía: María Paula Ochoa. Edición de Sonido: Maximiliano Bianchet. Diseño de Vestuario: Paula Surraco. Intérpretes: Lili Popovich, Antonella Costa, Cecilia Bassano, Nara Carreira, Camila Fabbri, Regina Lamm. Beckett Teatro, Guardia Vieja 3556. Viernes a las 23.

Petra von Kant se ha divorciado de su esposo y añora a su verdadero amor, pero descubre en Karin una pasión que la lleva al borde de la ruina. Lo que bien podría ser un melodrama desaforado se transforma en manos de Rainer Werner Fassbinder en un tratado minucioso sobre los mecanismos de la opresión, tanto en la esfera de lo público (la economía) como en la de lo privado (el sexo). Pieza con mujeres que intentan borrar las fronteras del género, el texto de Fassbinder aún perdura como un estudio voraz sobre la condición humana, donde sometedores y sometidos libran la batalla por parir el deseo y detentar el poder. La exacerbada visión naturalista de esta puesta banaliza el conflicto y corre el riesgo de tornarlo intrascendente, lo que no se produce del todo gracias al fantástico maniquí que personifica Antonella Costa, cuya aparente impasibilidad es a la vez conciencia colectiva y monitor del alma.

METODOS PARA NO LLORAR

MÉTODOS PARA NO LLORAR, de Josefina Sabaté y Baudrón. Dirigida por Josefina Sabaté y Baudrón. Diseño de Luces: Omar Possemato. Escenografía: Virginia Rodríguez, Daniela Abbate. Diseño de Sonido: Wan Lee. Vestuario: Pamela Martinelli. Intérpretes: Bárbara Molinari, Martina Schvartz. Cámara de Teatro, Aráoz 1025. Viernes a las 21.30.

¿Un panorama de guerra? ¿Una zona de desastre? ¿Una casa abandonada? ¿Una playa solitaria? ¿Dónde estamos o adónde vamos? Viajando desde lo desesperado hasta lo melancólico, el espíritu tiene lugares cuya escarpada geografía provoca angustia. Esa quizás sea la tela donde Josefina Sabaté y Baudrón pinta MÉTODOS PARA NO LLORAR, un fresco que va de lo goyesco a lo impresionista y que privilegia lo onírico y lo sensorial por sobre la anécdota sin que esto último actúe en detrimento del espectáculo. Al contrario. Dos estupendas actrices (Bárbara Molinari y Martina Schvartz), anverso y reverso de la moneda, nos conducen hacia un sitio extraño de nosotros mismos, el de prestarle atención a nuestras emociones sin necesidad de comprender por qué nos emocionamos, sin necesidad de hacernos fuertes porque en el fondo siempre somos vulnerables.

SEÑORITA ELSA

SEÑORITA ELSA, de Arthur Schnitzler. Versión y Dirección: Rafael Fernández. Diseño de Iluminación: Marco Pastorino. Realización Escenográfica: Federico Taboada. Banda de Sonido: Nicolás Diab. Vestuario: Inés Robotti. Intérprete: Laura Agorreca. Patio de Actores, Lerma 568. Lunes a las 21.

La señorita Elsa ve perturbado su descanso en una villa alpina por una carta de su madre, quien le ruega le pida un préstamo de dinero al barón von Dorsday, sujeto a quien Elsa desprecia, para así salvar a su padre de la condena social por el desfalco que cometió. La condición del barón para entregar el dinero es sencilla: quiere ver a Elsa desnuda. Elsa es virgen, y no puede negarse al mandato familiar. Este estudio sobre el sojuzgamiento femenino data de 1924 y rastrea sus ecos en el famoso caso Dora freudiano; estructurado como monólogo interior, SEÑORITA ELSA encuentra en la versión de Fernández la teatralidad necesaria para enfrentar al tiempo, y aunque algunas cuestiones resultan superadas y hubieran merecido un aggiornamiento mayor, la puesta mínima y el trabajo intenso y entregado de Laura Agorreca son suficientes para redondear un espectáculo valioso y muy alejado del lugar común, ese donde el libre fluir de la conciencia individual no tiene anclaje en lo colectivo.

TARANTO

TARANTO, de y dirigida por Fernando Ferrer. Producción Artística: José Miguel Onaindia. Diseño de Escenografía: Mariana Gabor. Diseño de Iluminación: Fernando Dopazo. Música Original y Diseño de Sonido: Edgar Ferrer. Diseño y Realización de Vestuario: Juanita Cárdenas. Intérpretes: Paula Marull, William Prociuk, Mauricio Morando, Melisa Freund, Marina Quesada, Rubén Enríquez. Patio de Actores, Lerma 568. Viernes a las 21.

De Suecia a Buenos Aires. De dobles y complejos. De amores y traiciones. De besos y de tiros. ¿Uno se comporta distinto en el Polo Norte y en el Polo Sur? ¿La realidad es maniquea? Claro, cómo no, y hasta a veces parece que no existe, o existe en el pensamiento de cada uno. TARANTO abre muchos frentes (desde la comedia de situaciones a la ciencia ficción, pasando por el policial) y en la mayoría acierta con su tono entre zumbón y despreocupado. Ese medio tono con el que se desarrolla probablemente sea más efectivo en las escenas que tienen su acción en una Suecia high tech que en las que suceden en una Argentina burocrática, pero lo disfrutable en todo momento pasa por la voluntaria vocación por el humor que encuentra sus mejores aliados en el cuidado nonsense de Paula Marull, en la ávida ambivalencia de Melisa Freund y en la gélida figura exterminadora de Marina Quesada.

CUATRO MUSICALES

Son más felices los cuadros musicales de AMAPOLA que su acción dramática; son más ricos algunos personajes que otros en la historia coral de NOCHES DE VERANO; se logra mayor empatía con el humor que con la emoción en MUJERES QUE CANTAN (donde la voz de Verónica Díaz Benavente era una joya escondida para quienes no la conocíamos); y es más eficaz el compilado de canciones que el hilo argumental de AMORES RETRO. Estos cuatro espectáculos con dramaturgia indolente podrían llegar más alto pero se conforman con el vuelo que despliegan, con la alegría que contagian, con el entretenimiento que nos brindan. Por eso los destaco a los cuatro juntos, porque al salir del teatro tenía una sonrisa en los labios. Salir pensando de la sala o irse a dormir contento son cosas igualmente importantes.
AMAPOLA (¿CÓMO PUEDES TÚ VIVIR TAN SOLA?)
De Ricardo Racconto. Escenografía, Vestuario y Dirección General: Ricardo Racconto. Coreografías: Darío Lombardo. Intérpretes: Vanina Ramírez, Carolina Pofcher, Sabrina Lara, Gimena Racconto. Foro Gandhi, Corrientes 1743. Sábados a las 21.30.
Cuatro mujeres participan de una terapia liberadora donde todo es posible, desde resolver sus conflictos y lavar las culpas exorcizando un bolero hasta olvidar la soledad con un tocado de frutas en la cabeza.
NOCHES DE VERANO
De Cristian Scotton. Dirigida por Pedro Anthony. Diseño de Luces: Juan García Dorato. Escenografía: Daniel Bumbalo, Federico Fernández Coria. Diseño de Sonido: Ernesto Fara. Vestuario: Ezequiel Galeano, Cecilia Richat. Intérpretes: Natalia de los Santos, Santiago Fraccarolli, Martín Lavini, Verónica McLoughlin, Josefina Recio, Juan Martín Zubiri, Laila Straimel. Teatro El Cubo, Zelaya 3053. Miércoles a las 20.30.
El miedo a la soledad, la angustia de crecer y la añoranza del amor eterno de un grupo de treintañeros en tiempos del chat y las redes sociales. Sin ser estrictamente un musical las canciones hilvanan historias que se entrecruzan en una ciudad donde se derrotó la utopía hippie porque pareciera que el sol nunca más entrará por la ventana.
MUJERES QUE CANTAN
De Verónica Díaz Benavente. Dirigida por Liliana Pécora. Arreglos, Dirección Musical y Piano: Julián Caeiro. Intérprete: Verónica Díaz Benavente. Centro Cultural Caras y Caretas, Venezuela 330/70. Sábados a las 20.30.
Cabalgata musical de Beba Baguet, el Gorrión de Mataderos, en su retorno a Buenos Aires luego de su estancia en París. Y también un tributo a María Callas, a Edith Piaf, a Libertad Lamarque y a unas cuantas mujeres comediantes que nos acompañan desde buena la memoria.
AMORES RETRO (NO MIRES ATRÁS)
De Bros, Cociuffo y Kaufmann. Dirigida por Bros, Cociuffo y Kaufmann. Producción Ejecutiva: Gastón Moguilevsky. Iluminación: Juan I. Monserrat y Gaspar Potocnik. Escenografía: Ana Repetto. Coreografía: Diego Bros. Vestuario: Julio César y Matías Begni. Intérpretes: Diego Bros, Natalia Cociuffo, Gaby Goldman y Virginia Kaufmann. Teatro El Cubo, Zelaya 3053. Sábados a las 0.30.
Al salir del orfanato tres huerfanitos montan una agencia de mensajes cantados y se enamoran de personas equivocadas… o de la misma persona. Este ejemplar de Radiolandia funciona mejor sin argumento porque Bros, Cociuffo y Kaufmann tienen un talento brillante e irresistible.

LOS ERRORES DE NOÉ

LOS ERRORES DE NOÉ, de Yoska Lázaro. Dirigida por Yoska Lázaro. Producida por Cristina Gutiérrez y Yoska Lázaro. Escenografía y Vestuario: Cecilia García La Gargola. Realización Musical: Marcelo Medina y Fernando García Valle. Intérpretes: Yamil Chadad, Fernando García Valle, Gabriela Blanco. Teatro El Fino, Paraná 673. Sábados a las 23.


El teatro tiene efecto regulador en las conductas individuales y sociales, un efecto real y perdurable. Es el único arte capaz de intervenir la realidad aquí y ahora, concretando aquellas utopías quiméricas de acuerdo a sus necesidades. No es casual que en épocas de oscurantismo se derriben escenarios o se silencie a los actores. El teatro le mete miedo al poder, lo asusta de su propia imagen. Osvaldo Bayer tuvo un plan: asestarle un golpe al Proceso de Reorganización Nacional en su misma cara. Para eso proyectó un acto masivo donde los intelectuales exiliados volverían al país durante el traspaso de mando entre Videla y Viola, acompañados por figuras de la cultura mundial. No hubo garantías para concretarlo, por lo que el plan quedó sin efecto. ¿Qué hubiera sucedido de haberse llevado adelante? ¿Hubiera cambiado el panorama político?
A partir de esa premisa de Bayer Yoska Lázaro escribe LOS ERRORES DE NOÉ, pieza en la que un pequeño grupo de personas, durante el tiempo de la dictadura, ensaya un espectáculo infantil cuyo subtexto es justamente contarle al público qué pasa con la gente en la Argentina. Ficción y realidad de la historia se intersectan en la ficción y la realidad del teatro y para el espectador es posible conocer y comprender, a través del reflejo artístico, las emociones no documentadas de una época. A medida que avance el relato nos llenaremos de preguntas, la mayoría de ellas retóricas; el efecto catártico que nombra Aristóteles en su Poética adquiere en esta pieza relevancia absoluta: el sacrificio de algunas vidas nos induce a lavar nuestras culpas. Somos nosotros quienes debemos aprender a evitar que esos pecados se cometan otra vez a partir de la enseñanza que nos deja la tragedia.
El mayor riesgo de esta clase de espectáculos radica en que el tema y la forma pueden superarse uno al otro y dejar al tema sin profundidad o a la forma sin esqueleto sólido. No es este el caso ya que LOS ERRORES DE NOÉ ni es un discurso político de barricada ni tampoco un ejercicio estético: es teatro. Texto, acción, mimesis. Yoska Lázaro como director elige crear un verosímil a partir de elementos cotidianos cuyo peso establece el paradigma de la época: a la carnadura que los tres actores le dan a sus personajes remiten las hojas sobadas del libreto de Eduardo, la vincha de Cristina o la gorra de Mario, los que lucen tan usados que parecen cargar con sus días; y por eso lo dicho no suena a sentencia, porque resulta tan familiar como acercarse a la verdad de algunas cosas. ¿Hubiera podido el teatro, con su peso simbólico de autoridad y de justicia, cambiar el comportamiento de la sociedad de aquella época? Probablemente no de forma inmediata, pero sí cuando el tiempo sedimenta en la conciencia y permite alumbrar piezas lúcidas como esta.

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